Turismo sostenible en México: una visión compartida que transforma destinos
Los nuevos proyectos turísticos ya no se conciben al margen del entorno: hoy se construyen en diálogo con la comunidad, bajo regulaciones claras y con inversiones que buscan generar valor ambiental y social.

22 de julio de 2025
México
Redacción
El desarrollo turístico en México vive un momento de madurez. Las inversiones que prosperan son aquellas que, desde el inicio, entienden que su éxito está vinculado al territorio, a las personas que lo habitan y a los recursos naturales que lo sostienen.
Ya no se trata únicamente de atraer visitantes o construir infraestructura; el enfoque actual apuesta por fortalecer el tejido social, proteger el patrimonio ambiental y crear valor económico sostenible. Lo que antes eran consideraciones opcionales, hoy son condiciones indispensables para acceder a financiamiento, obtener permisos y ganarse el respaldo de la ciudadanía.
Una nueva forma de invertir
La inversión turística está evolucionando. De acuerdo con cifras oficiales, en 2024 México captó 2,870 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa Turística, lo que representa un crecimiento de más del 120 % respecto al año anterior. Este aumento no se explica únicamente por el atractivo del país, sino por la confianza que generan los proyectos comprometidos con buenas prácticas.
Los inversionistas internacionales buscan cada vez más desarrollos que integren criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza). Estos estándares no solo mejoran la rentabilidad a largo plazo, también reducen riesgos legales, sociales y reputacionales.
Hoteles certificados, infraestructuras eficientes, programas de inclusión y estrategias de conservación son ahora parte central de los planes de inversión. Ejemplos como Hotel Xcaret México, con certificación EarthCheck Oro y enfoque circular, demuestran que la sostenibilidad no está reñida con la rentabilidad.
La participación social ya no es un trámite
Uno de los mayores cambios es la inclusión activa de las comunidades locales. La ciudadanía organizada, los colectivos ambientales y los líderes sociales ya no sólo opinan: participan desde el diseño de los proyectos, plantean condiciones y ayudan a construir propuestas que integran mejor las necesidades reales del territorio.
Casos como el programa Aldeas Mayas en Yucatán, donde el turismo comunitario genera ingresos directos y refuerza la identidad cultural, ilustran el impacto positivo que puede lograrse cuando se toma en cuenta a la población local.
Instituciones que promueven calidad
El gobierno federal, a través de la Secretaría de Turismo, ha fortalecido sus esquemas de calidad. Durante 2023 y 2024 se entregaron más de 6,500 distintivos a proyectos y prestadores de servicios turísticos que cumplen con estándares en higiene, eficiencia, responsabilidad ambiental y mejora continua.
Además, México alcanzó el 6.º lugar mundial en proyectos certificados con LEED, sumando más de 2 millones de metros cuadrados de construcción sostenible. El país también cuenta con 120 playas Blue Flag, cifra que marca un récord histórico y refleja el compromiso con la preservación costera.
Una ruta con desafíos, pero también con oportunidades
El crecimiento del turismo sostenible enfrenta retos importantes: la necesidad de fortalecer las capacidades locales, diversificar el financiamiento hacia modelos más comunitarios, e integrar de forma sistemática herramientas de medición ambiental como la huella hídrica y de carbono.
Pero también se abren oportunidades claras:
Promover destinos emergentes con enfoque verde.
Escalar certificaciones internacionales en proyectos nuevos.
Vincular la inversión turística con los bonos verdes y fondos sostenibles.
Fomentar modelos colaborativos que involucren a ciudadanía, empresas y gobierno desde el inicio.
Una visión compartida
Lo que está en marcha no es una moda, sino una transformación profunda en la forma de hacer turismo. México avanza hacia un modelo más equilibrado, donde el desarrollo turístico se construye a partir de consensos, regulaciones firmes y objetivos comunes. La clave está en reconocer que el entorno no es un obstáculo, sino el mayor activo de cualquier destino.
Y en ese camino, quienes entiendan esta lógica y trabajen en coherencia con ella —como ya lo hacen muchos desarrollos comprometidos en distintas regiones del país— serán los protagonistas del turismo del futuro.