Nace en Ohio bebé de embrión congelado por más de 30 años
La adopción de embriones resurge como alternativa en infertilidad; Lindsey y Tim Pierce dan la bienvenida a un recién nacido tras 11,148 días en criopreservación.

2 de agosto de 2025
Ohio, Estados Unidos
Redacción
Lindsey y Tim Pierce, residentes de Ohio, celebran el nacimiento de su primer hijo a partir de un embrión donado en 1994 que permaneció congelado durante más de 31 años. Este acontecimiento marca un récord mundial de tiempo en almacenamiento previo a un nacimiento exitoso. La pareja recurrió a la adopción de embriones tras superar varios años de infertilidad, encontrando en este procedimiento una nueva vía para hacer realidad su anhelo de paternidad.
La donante, Linda Archerd, generó cuatro embriones mediante fecundación in vitro (FIV) hace tres décadas, pero tras un cambio en su vida personal decidió no continuar con ellos. A través de la división Snowflakes de Nightlight Christian Adoptions, se gestionó la transferencia de tres embriones al equipo de los Pierce; uno no sobrevivió al proceso de descongelación y de los dos restantes solo uno logró implantarse, dando lugar al nacimiento la semana pasada.
El Dr. John David Gordon, de Rejoice Fertility en Knoxville, quien supervisó la transferencia, explicó que el embrión había permanecido criógenamente conservado durante exactamente 11,148 días, superando el registro anterior de 10,905 días. Aunque estas historias llaman la atención por su aspecto casi cinematográfico, el especialista advierte sobre el gran número de embriones almacenados sin destino claro, y plantea la necesidad de políticas y debates éticos en torno a su manejo.
En Estados Unidos hay alrededor de 1.5 millones de embriones en almacenes de clínicas de fertilidad, muchos a la espera de que sus progenitores biológicos decidan su futuro. La adopción de embriones —un procedimiento respaldado con frecuencia por grupos de orientación cristiana— ofrece una opción para quienes valorizan cada cobertura de vida diaria y consideran al embrión como un miembro potencial de la familia.
Para Lindsey y Tim, el proceso no giró en torno a récords, sino al deseo profundo de ser padres. “Solo queríamos un bebé”, compartieron, agradeciendo el acompañamiento médico y legal que hizo posible este milagro moderno. Mientras tanto, Linda Archerd vive una montaña rusa de emociones: alegría por la continuidad de sus embriones y la esperanza de conocer al pequeño, cuya llegada convierte en realidad el sueño compartido de donante y receptores.



