Oleada de misiles y drones rusos desata violencia en Kiev, Ternópil y Lutsk
Al menos cuatro muertos en la capital ucraniana y decenas de heridos en ataques nocturnos que dañaron estaciones de metro e infraestructuras civiles.

6 de junio de 2025
Ucrania
Redacción
La madrugada del 6 de junio de 2025, Kiev fue sacudida por un intenso bombardeo combinado de misiles y drones rusos que dejó al menos cuatro fallecidos y alrededor de veinte personas heridas. El Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania reportó que el ataque alcanzó varias zonas de la capital, destruyendo parte de la infraestructura civil y afectando el servicio de transporte en los túneles del metro.
Vitali Klitschko, alcalde de Kiev, confirmó en redes sociales que cuatro civiles perdieron la vida y que 16 de los 20 heridos se encuentran hospitalizados. El ataque rasgó túneles del metro y provocó daños en los rieles ferroviarios que conectan la ciudad con su periferia sur, lo que interrumpió el tráfico de trenes y complicó los desplazamientos nocturnos.
Según la Administración Militar de la región, el objetivo principal fueron instalaciones civiles distribuidas en seis distritos; sin embargo, las autoridades no especificaron el tipo exacto de misiles empleados.
Mientras tanto, en el oeste de Ucrania, la región de Ternópil vio el bombardeo más intenso desde el inicio de la guerra. El gobernador Viacheslav Negoda informó que misiles de crucero y drones kamikaze Shahed de origen iraní causaron numerosos impactos en distintos puntos del territorio. El ataque dejó sin electricidad a amplias zonas de la ciudad y causó daños en varias instalaciones industriales. Las autoridades regionales confirmaron que cinco personas resultaron heridas y que se evaluaban daños en vías de comunicación y plantas productivas.
Al mismo tiempo, en Lutsk, capital de la región de Volinia, se reportó un “ataque masivo” con misiles y drones. Iván Rudnitski, gobernador local, detalló que al menos cinco personas resultaron lesionadas y que la explosión destruyó un edificio residencial de varias plantas. Los residentes de los barrios afectados describieron el estruendo de las explosiones y el calor de las llamas que alcanzaron ventanas y fachadas. El apagón parcial en algunas zonas de la ciudad obligó a las autoridades a declarar alerta de emergencia y movilizar brigadas de rescate.
Las autoridades ucranianas subrayaron que este tipo de incursiones nocturnas con misiles y drones se han vuelto casi cotidianas, arremetiendo contra la “infraestructura esencial” de ciudades y pueblos. En Kiev, los equipos de rescate permanecieron trabajando hasta la mañana para asegurar túneles, reparar rieles y restaurar el suministro eléctrico en varios barrios. El impacto sobre el metro no solo interrumpió el transporte urbano, sino que también puso en evidencia la vulnerabilidad de la capital ante ataques dirigidos a instalaciones críticas.
En Ternópil, la destrucción de secciones industriales generó preocupación por el riesgo de afectaciones económicas. Empresas locales han tenido que detener operaciones tras el bombardeo, mientras técnicos trabajan para restablecer líneas eléctricas y asegurar procesos de producción. El uso de drones kamikaze Shahed—capaces de impactar con precisión—y misiles de crucero demostró que los sistemas de defensa antiaérea ucraniana enfrentan un reto cada vez mayor para proteger infraestructuras fundamentales.
Por su parte, en Lutsk, el ataque a un edificio habitacional desató indignación entre la población civil. Además de los heridos, decenas de familias quedaron sin hogar y fueron trasladadas a refugios temporales. Las autoridades locales han advertido que, de mantenerse esta escalada de violencia, será necesario reforzar los sistemas de alerta temprana y aumentar la presencia de brigadas de emergencia para minimizar el número de víctimas y asegurar el restablecimiento de servicios básicos.
Los bombardeos de misiles y drones constituyen un elemento clave en la estrategia rusa para debilitar la resistencia ucraniana. Al golpear centros de transporte, energía y vivienda, Moscú busca minar la moral de la población y obstaculizar el funcionamiento cotidiano. Sin embargo, la velocidad de respuesta de los servicios de emergencia y la solidaridad vecinal han impedido que estos ataques deriven en un colapso total de la red de comunicaciones y la infraestructura civil.