El alto fuego unilateral de tres días declarado por Vladimir Putin entró en vigor a la medianoche del 8 de mayo, pero Ucrania acusó a Rusia de romper la tregua con cientos de ataques a lo largo del frente y bombardeos guiados que dejaron muertos y heridos en varias ciudades ucranianas. El presidente Volodymyr Zelenskyy calificó el anuncio de “representación teatral” y recordó que su país defendía un alto fuego más extenso, de 30 días, rechazado por Moscú.

Aunque el cese de hostilidades coincide con el Día de la Victoria, en el que Rusia conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial con un desfile militar el 9 de mayo, la Presidencia ucraniana denunció que las fuerzas rusas mantuvieron sus posiciones y continuaron lanzando proyectiles.

En paralelo, durante la misma madrugada, drones ucranianos sobrevolaron Moscú por segundo día consecutivo, lo que obligó a suspender temporalmente el tráfico aéreo en 13 aeropuertos, incluidos cuatro en la capital y nueve en otras regiones. Autoridades rusas derribaron uno de estos drones y atribuyeron la alerta a una maniobra de Kyiv, aunque Ucrania reiteró que no busca “crear una atmósfera de tranquilidad” para favorecer la imagen de Putin ante sus invitados.

La interrupción de vuelos puso en aprietos la llegada de líderes internacionales al desfile del Día de la Victoria, entre ellos el presidente de Brasil, Lula da Silva; el de Vietnam, To Lam; y Alexander Lukashenko, de Bielorrusia. Mientras Rusia insiste en presentar la celebración como un acto de unidad histórica, Kyiv subraya que la guerra y la violación del alto fuego dejan en evidencia la fragilidad de cualquier tregua.

Con el eco de explosiones aún resonando en el este de Ucrania y los reclamos de Zelensky a Europa y Estados Unidos de imponer mayores sanciones, el mini-alto fuego de tres días termina este 11 de mayo sin que se hayan detenido los combates ni los bombardeos en el sur ni el este. Rusia y Ucrania llegan al Día de la Victoria con posturas irreconciliables y el futuro de la tregua sigue en suspenso.