La tensión entre India y Pakistán alcanzó un punto crítico tras el atentado del 22 de abril en Pahalgam, Cachemira, que dejó 26 civiles muertos. Islamabad aseguró contar con “inteligencia creíble” de un ataque militar indio inminente, previsto en las próximas “24 a 36 horas” y justificado con el incidente de Pahalgam como “falso pretexto”.

El ministro de Información paquistaní, Attaullah Tarar, advirtió: “Cualquier acto de agresión será respondido de manera decisiva. India será plenamente responsable de las consecuencias graves en la región”.

El atentado en Pahalgam, reivindicado por el Frente de Resistencia, se saldó con 26 turistas fallecidos y 17 heridos, en el acto terrorista más letal contra civiles en Cachemira desde 2008. Pakistán niega toda vinculación y exige una investigación neutral para esclarecer los hechos, mientras India culpa a Islamabad de respaldar a grupos insurgentes.

La gravedad de la crisis provocó una rápida intervención de Estados Unidos, cuyos diplomáticos llamaron a la calma. Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado, afirmó que el secretario de Estado “instará a ambas partes a actuar con moderación” y conversará con sus contrapartes de India y Pakistán “tan pronto como hoy o mañana”.

Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su “profunda preocupación por el incremento de la tensión” y ofreció los buenos oficios de la organización para apoyar la desescalada.

Desde el atentado, los enfrentamientos a lo largo de la línea de control en Cachemira se han intensificado, con tiroteos esporádicos entre soldados indios y paquistaníes.

En el plano diplomático, Nueva Delhi revocó las visas a ciudadanos paquistaníes, cerró su principal paso fronterizo y redujo la representación en Islamabad. En represalia, Pakistán expulsó diplomáticos y suspendió los visados para indios, además de cerrar su espacio aéreo a aeronaves procedentes de India.