El presidente Donald Trump firmó la noche del miércoles un proyecto de ley para reabrir el gobierno federal, con lo que se dio por concluido el cierre más prolongado en la historia de Estados Unidos. La firma se realizó en el Despacho Oval, luego de que la Cámara de Representantes aprobara la medida horas antes, en una votación marcada por un fuerte contraste entre bloques partidistas.

Durante la ceremonia de firma, Trump, acompañado de legisladores republicanos, aseguró que su administración no cederá ante lo que calificó como intentos de presión política. Señaló que el cierre fue impulsado, según él, por sectores “extremistas” del Partido Demócrata, a quienes responsabilizó de las afectaciones económicas y sociales derivadas de la parálisis gubernamental.

El mandatario acusó a la oposición de provocar el cierre “por razones puramente políticas” y sostuvo que las consecuencias se sintieron en todo el país: desde la incertidumbre en programas de apoyo alimentario, hasta la pérdida de empleos gubernamentales y decenas de miles de vuelos retrasados en los principales aeropuertos. Afirmó que millones de estadounidenses resentieron el impacto y que la dimensión del daño “no se había visto antes”.

Votación ajustada en la Cámara de Representantes

En la Cámara de Representantes, la votación reflejó el fuerte clima de polarización en Washington. Todos los republicanos, con excepción de dos, respaldaron el proyecto para reabrir el gobierno, mientras que la mayoría de los demócratas votó en contra; únicamente seis legisladores demócratas se sumaron al bloque republicano.

El proyecto de ley se aprobó con 222 votos a favor, apenas cuatro más de los 218 necesarios para ser avalado, lo que destacó lo cerrado del resultado. Tras su aprobación, la iniciativa fue enviada de inmediato a la Casa Blanca, donde Trump la convirtió en ley.

Impacto político y presión pública

El prolongado cierre del gobierno había colocado al presidente y al Congreso bajo una intensa presión pública. Miles de trabajadores federales se vieron obligados a laborar sin sueldo o a quedarse temporalmente sin empleo, mientras diversas agencias y servicios se mantuvieron parcial o totalmente paralizados.

Aunque la firma del proyecto de ley reanuda el funcionamiento del gobierno federal, el episodio deja al descubierto las profundas diferencias políticas en torno al presupuesto y las prioridades de la administración. Al mismo tiempo, abre un nuevo capítulo de negociación entre la Casa Blanca y el Congreso sobre financiamiento y políticas clave.

Para Trump, el mensaje es que su gobierno no cederá en medio de lo que considera tácticas de presión. Para la oposición demócrata, el cierre se convierte en un ejemplo de los costos que puede tener la confrontación política prolongada en la vida diaria de la ciudadanía estadounidense.