Aprovechar la lluvia: más allá del exceso, hacia la oportunidad
Convertir precipitaciones extremas en fuente de vida: de inundaciones a recarga hídrica y ahorro doméstico.

Ciudad de México
25 de junio de 2025
Redacción
En los primeros seis meses de 2025, la Ciudad de México y el Valle de México han recibido lluvias intensas y constantes: sólo este fin de semana se acumularon más de 15 millones de m³ de agua, lo que generó al menos 54 encharcamientos y el desbordamiento de ríos y presas, como la presa Los Cuartos en Naucalpan, que inundó calles y dañó más de 50 viviendas.
El problema no es la falta de agua, es que no sabemos aprovecharla
Queda claro que la escasez de agua, tan recurrente en la Ciudad de México, no es por la falta del recurso, es un problema de gestión. Se desperdicia agua de lluvia que podría servir para recargar acuíferos, uso doméstico o mitigación de inundaciones. Es urgente adoptar un enfoque constructivo e informativo: dotar de tecnología, infraestructura y cultura para captar y reutilizar el agua pluvial.
Cada litro de lluvia que cae sobre la Ciudad y el Valle de México representa una oportunidad perdida si no se capta adecuadamente. Según estimaciones recientes, la región recibe aproximadamente 457 mm de lluvia anual por metro cuadrado, pero más del 95 % se pierde por falta de infraestructura apropiada. Este enfoque conlleva consecuencias evidentes: inundaciones recurrentes por escurrimientos sin control, extracción excesiva de napas para consumo humano —lo que acelera el hundimiento de la ciudad— y oportunidades perdidas de uso doméstico, agrícola o de recarga hídrica local.
Las lluvias intensas de este año también han reabierto el debate sobre la viabilidad de recuperar cauces históricos como el Río de la Piedad o el Río Consulado, cuyas funciones hidráulicas fueron cubiertas por vialidades. En este contexto, se vuelve crucial pensar en una ciudad verdaderamente resiliente, capaz de rediseñar su relación con el agua y convertir la vulnerabilidad en oportunidad.
• Inundaciones recurrentes por escurrimientos sin control
• Extracción excesiva de napas para consumo humano, acelerando problemas como el hundimiento de la ciudad
• Oportunidades perdidas de uso doméstico, agrícola o de recarga hídrica local
Lecciones internacionales que debemos aplicar
El aprovechamiento eficiente de lluvias no es una idea utópica, hay ejemplos exitosos en todo el mundo:
• India ha implementado soluciones como el sistema Bhungroo, que inyecta agua en acuíferos subterráneos para uso agrícola posterior, y taankas en zonas rurales de Rajasthan —cisternas que almacenan agua de lluvia con limpieza anual, con vida útil de 30 años.
• China lidera la implementación de “sponge cities” (ciudades esponja), que incorporan superficies permeables, techos verdes y bio-retención para captar al menos el 70 % del agua pluvial, reduciendo inundaciones y recargando las napas.
• América del Sur y Sudáfrica promueven sistemas de captación en techos con tanques y filtros para uso doméstico, saneamiento y recarga de acuíferos.
• Canadá regula y fomenta la captación doméstica, con asociaciones que dan soporte técnico y educativo a los ciudadanos.
• Chile, en el desierto de Atacama, utiliza tecnología de captura de niebla, generando miles de litros para uso agrícola en uno de los sitios más áridos del mundo.
¿Y en la Ciudad de México?
Existen iniciativas locales que apuntan en la dirección correcta. Organizaciones como Isla Urbana, lideradas por Enrique Lomnitz, han demostrado que es posible recolectar decenas de millones de litros mediante sistemas en techos, y abogan por marcos legales que incentiven su adopción masiva, tanto en lo doméstico como en infraestructuras públicas.
Algunas acciones propuestas por las autoridades capitalinas incluyen convertir zonas de estacionamiento en “espacios esponja” e infiltración, además de construir un nuevo colector en Ejército de Oriente. Sin embargo, lo fundamental sigue siendo una política integral: combinar tecnología, normatividad, financiamiento y educación ciudadana.
Acciones clave
1 Impulsar regulaciones e incentivos: deducciones fiscales, subsidios y créditos para instalar tanques, filtros y sistemas de captura.
2 Modernizar drenajes con infraestructura verde: techos verdes, pavimentos permeables, bio-albercas, y colectores locales.
3 Promover soluciones híbridas: desde cisternas domésticas hasta iniciativas urbanas tipo “ciudad esponja”.
4 Campañas educativas: enseñar en escuelas y medios la importancia de mantener limpios drenajes, evitar tirar basura y aprovechar la lluvia.
5 Medición y monitoreo inteligente: sensores, datos abiertos, monitoreo en tiempo real (un “Open Storm” urbano-hidráulico) para gestionar la captación y evitar saturación.
La Ciudad de México ha demostrado que puede llover en exceso sin que eso signifique tener agua útil. El verdadero reto no es culpar la falta de agua, ni sólo al gobierno: es transformar esta abundancia en recurso. La ciudad tiene todo para liderar una revolución verde y sostenible, adaptando modelos exitosos internacionales, sumando tecnología, normativas y cultura hídrica. No es una utopía: es una necesidad urgente y alcanzable.