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El desafío del espacio público: cómo reinventar lo verde en Naucalpan

Frente al déficit de menos de 4 m² de verde por habitante, Naucalpan apuesta por alianzas público‑privadas y diseño comunitario para recuperar y multiplicar sus espacios abiertos.

Naucalpan, Estado de México

29 de julio de 2025

Redacción

En las ciudades modernas, el acceso a parques y áreas verdes no es un lujo: es una necesidad urbana básica. Sin embargo, en municipios densamente poblados como Naucalpan, esa necesidad sigue sin resolverse. Con menos de 4 m² de áreas verdes por habitante —muy por debajo del estándar mínimo internacional de 9 m²—, miles de familias viven en entornos donde salir a caminar, descansar al aire libre o convivir en comunidad es prácticamente imposible.


Esta brecha urbana no solo afecta la salud física y emocional de la población, también fragmenta el tejido social y deja espacios públicos a merced del abandono o la inseguridad.


Cuando el presupuesto no alcanza

A pesar de la creciente conciencia sobre la importancia del espacio público, los recursos públicos siguen siendo limitados. Los gobiernos municipales deben priorizar servicios urgentes como agua, alumbrado, pavimentación y seguridad. Así, la creación o rehabilitación de parques suele posponerse indefinidamente.


En este contexto, la participación privada ha comenzado a jugar un papel cada vez más relevante. Lo que antes se consideraba accesorio, hoy se percibe como una oportunidad viable para responder a las necesidades colectivas sin comprometer la propiedad pública del espacio.


Nuevas rutas: inversión con beneficio social

Modelos de colaboración entre desarrolladores, autoridades y comunidad han probado ser exitosos. Desde la integración de áreas verdes dentro de proyectos inmobiliarios, hasta la creación de fideicomisos mixtos para el financiamiento y mantenimiento de parques, la fórmula comienza a consolidarse: espacios públicos sostenibles, abiertos y con vida propia.


Algunas de las estrategias que han funcionado incluyen:

  1. Aprovechar áreas subutilizadas, como azoteas o predios sin uso.


  2. Financiar el mantenimiento a través de comercios, eventos o patrocinios.


  3. Activar los espacios con actividades culturales, recreativas y deportivas que atraigan a toda la comunidad.


Ejemplos que transforman la ciudad

Diversos proyectos ya operan bajo este esquema en el Valle de México. El Parque La Mexicana, con 28 hectáreas en Santa Fe, se ha convertido en un referente de recuperación urbana con fondos híbridos. Por su parte, Parque Plaza Satélite en Naucalpan ha reconvertido una azotea comercial en un parque gratuito con agenda cultural y senderos accesibles.


Otros ejemplos como Toreo Parque Central, el Parque Lineal Gran Canal o la reactivación de Ciudad Jardín Bicentenario evidencian que, con reglas claras y visión social, la inversión privada puede traducirse en beneficios públicos tangibles.


Más parques, más comunidad

Los estudios coinciden: las áreas verdes activas ayudan a reducir la violencia, fortalecen los lazos entre vecinos, y generan entornos más saludables y seguros. Además, incrementan el valor inmobiliario de las zonas aledañas y reactivan la economía local a través del comercio y el turismo barrial.


En lugares como Naucalpan —donde la densidad urbana exige soluciones creativas—, esta fórmula se vuelve indispensable. No se trata solo de plantar árboles, sino de construir comunidad.


El futuro del espacio público depende de todos

Para que estos modelos funcionen a largo plazo, es indispensable garantizar ciertos principios:

  1. Acceso gratuito y sin discriminación.


  2. Mecanismos claros y sostenibles para su operación.


  3. Conexión con la movilidad urbana y el entorno inmediato.


  4. Participación vecinal desde el diseño hasta el uso cotidiano.


Sin estas condiciones, el riesgo es que estos espacios se privaticen en la práctica o se conviertan en recintos cerrados, verdes pero aislados.


La experiencia reciente demuestra que la regeneración del espacio público no puede depender únicamente del presupuesto gubernamental. Hoy, más que nunca, la colaboración entre sectores es clave para que la ciudad respire. Y lo verde —cuando se planea con visión comunitaria— puede ser la puerta de entrada hacia ciudades más justas, humanas y sostenibles.

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