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Desarrollo sustentable: el nuevo rostro de las ciudades mexicanas

En la última década, el desarrollo inmobiliario en México ha experimentado una transformación profunda. La apuesta por la sustentabilidad ha dejado de ser un discurso aspiracional para convertirse en una exigencia estructural en la planeación urbana.

México

12 de mayo de 2025

Redacción

Certificaciones como LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) ya no son distintivos raros; hoy representan el estándar al que todo gran proyecto inmobiliario debe aspirar si pretende ser competitivo, responsable y visionario.


Ejemplos emblemáticos abundan. La Torre Reforma, ubicada en la Ciudad de México, ha sido reconocida con la certificación LEED Platino en la categoría Core & Shell v2.0. Este edificio destaca por su eficiencia energética, con un ahorro del 25% en comparación con construcciones similares, y por su uso de materiales regionales en un 80%, lo que reduce significativamente su huella de carbono. Además, cuenta con sistemas de tratamiento de aguas residuales que permiten una descarga cero a la red pública.


Por su parte, la Torre BBVA, también en la capital del país, ha obtenido la certificación LEED Platino en la categoría Building Design and Construction (BD+C). Este rascacielos incorpora sistemas inteligentes que reducen el consumo de energía en más del 20% y cuenta con instalaciones para la captación y reutilización de agua pluvial y aguas residuales, logrando una disminución del 80.5% en el consumo de agua potable.


Más allá de la estética o la tecnología, estos desarrollos encarnan un modelo de ciudad que prioriza el bienestar común, reduce el impacto ambiental y mejora la calidad de vida en entornos urbanos cada vez más densos. Las nuevas generaciones, más conscientes de la crisis climática y de la necesidad de vivir en espacios saludables, exigen a desarrolladores y gobiernos una visión de largo plazo que conjugue innovación, respeto por el entorno y equidad social.


En este contexto, figuras como Miguel Sánchez Navarro, fundador de Fortem Capital, han comenzado a integrar prácticas de sustentabilidad en sus modelos de inversión. Actualmente, exploran esquemas de desarrollo con impacto ambiental positivo, reconociendo que la sustentabilidad no es un freno, sino un factor de valor a largo plazo.


“Actualmente, el desarrollo sustentable en México y en el mundo debe dejar de ser una aspiración para convertirse en la norma”, afirma Sánchez Navarro, convencido de que la industria inmobiliaria tiene un papel clave en la construcción de un país más equilibrado.


El reto, sin embargo, no se limita a las grandes urbes. El desarrollo sustentable debe democratizarse: llegar a ciudades medias, a periferias, a zonas donde el crecimiento urbano aún puede planearse con inteligencia. Para lograrlo, se requiere no solo voluntad política o innovación arquitectónica, sino también una profunda reconfiguración del modelo de negocio inmobiliario.


La sostenibilidad urbana no puede depender únicamente de casos aislados de excelencia. Debe convertirse en política pública, en norma, en cultura. Mientras más desarrolladores, inversionistas y autoridades comprendan que construir con conciencia es construir con futuro, más cerca estaremos de habitar un país verdaderamente sustentable.

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