CDMX quedó en alerta tras el asesinato de dos colaboradores cercanos de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada: su secretaria particular, Ximena Guzmán, y su asesor principal, José Muñoz. El doble homicidio, perpetrado alrededor de las 7:30 a.m. en la calzada de Tlalpan, esquina con Napoleón, atrajo cámaras de seguridad y testigos a la escena, donde se inició de inmediato la investigación de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX.

Las primeras imágenes revelan a un sicario que se empareja al vehículo Audi de las víctimas, dispara con precisión agrupada al parabrisas y remata por la puerta del conductor, antes de escapar a pie hacia el sur, con una pañoleta cubriéndole el rostro. Testigos describen un disparo inicial contra Muñoz y un ataque deliberado contra Guzmán, apuntando a un plan estudiado que conocía la rutina de las colaboradoras de Brugada.

La Fiscalía informó que, tras el ataque, este presunto agresor abordó una motocicleta Bajaj Dominar 400 —sin reporte de robo— y luego una camioneta Nissan Kicks con placas del Estado de México. Ambos vehículos fueron localizados a dos y casi tres kilómetros del lugar de los hechos, con chalecos y un casco que apuntan hacia posibles cómplices. Elementos de la SSC y la SSPC rastrean la ruta de escape e incluso una tercera unidad, una Urvan blanca con placas sobrepuestas, presume de muro en la huida.

Aunque aún se desconocen los móviles, ni pasionales ni claramente políticos, el asesinato de Ximena y José recuerda a los ataques contra altos mandos de seguridad en 2020 y 2024, y plantea la hipótesis de un mensaje dirigido al entorno obradorista. En su mensaje, la presidenta Claudia Sheinbaum descartó amenazas previas y subrayó la urgencia de esclarecer “quién ordenó y por qué” este golpe a la administración capitalina.

Con el doble homicidio, la CDMX enfrenta de nuevo una etapa de violencia profesional que exige agotar líneas de la investigación: peritajes balísticos y dactilares, análisis de videovigilancia y rastreo de llamadas telefónicas de las víctimas. El objetivo es identificar tanto a los autores materiales como a los intelectuales detrás del plan, que exhibió mano firme y conocimiento de las rutinas de las víctimas.

Mientras tanto, Clara Brugada recibe condolencias y exigen justicia rápida. El crimen, cometido en punto estratégico de gran afluencia, pone en entredicho la seguridad de los funcionarios y la fortaleza del régimen capitalino ante ataques directos, subrayando la necesidad de reforzar protocolos y descubrir los motivos reales de un asesinato que, en sus formas y fondo, resulta tan brutal como profesional.