China eleva aranceles al 125% y lleva la guerra comercial con EE. UU. a un nuevo nivel
Pekín responde al aumento de Washington con una subida de aranceles “irrelevante” en la práctica, pero de alto impacto político.

China/Estados Unidos
11 de abril de 2025
Manuel Jasso
China anunció este viernes que incrementará sus aranceles sobre todos los productos importados desde Estados Unidos del 84 % al 125 %, una medida que entrará en vigor el 12 de abril y que busca equiparar el gravamen acumulado aplicado por Washington a bienes chinos, ahora en 145 %. La decisión fue comunicada por la Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado en un comunicado oficial, en el que se acusa a Estados Unidos de violar “gravemente las normas del comercio internacional” y de aplicar “una política unilateral de acoso y coerción”.
Esta escalada arancelaria se produce apenas dos días después de que Pekín elevara del 34 % al 84 % los gravámenes a productos estadounidenses, en respuesta al incremento al 50 % impuesto por la administración de Trump a bienes chinos, que el 9 de abril alcanzó un total del 145 % tras una nueva subida en Washington. Con este movimiento, China pretende “igualar” la presión económica, aunque las autoridades admiten que, a estos niveles, los aranceles estadounidenses ya han dejado sin mercado real a las exportaciones norteamericanas.
El comunicado de la Comisión de Aranceles Aduaneros subraya que los recientes aranceles de EE. UU. “son un error sobre un error” y constituyen un “claro ejemplo de unilateralismo, proteccionismo y coerción económica”, dañando el sistema multilateral de comercio y el orden económico global que surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Pekín advierte que “si Washington insiste en infligir daños sustanciales a los intereses de China, esta responderá con firmeza y lo acompañará hasta el final”.
Pese al tono combativo, el gobierno chino señaló que el alza adicional carece de sentido práctico: “Los productos estadounidenses ya no tienen un mercado real en China; cualquier aumento adicional será irrelevante y acabará convertido en una burla en la historia de la economía mundial”, afirmó el Ministerio de Comercio en un comunicado paralelo.
Esta posición coincide con análisis de economistas que señalan que el verdadero impacto económico de estos aranceles extremos se diluye cuando las barreras ya han reducido drásticamente el comercio bilateral.
El portavoz del Ministerio de Exteriores, Lin Jian, recalcó que China “no desea una guerra comercial, pero no la teme” y exigió a Washington “dejar las presiones” si realmente busca resolver las tensiones “por la vía del diálogo”. Lin añadió que las contramedidas de Pekín “no solo protegen sus propios intereses legítimos, sino que también salvaguardan el orden internacional y los derechos de todos los países afectados por el unilateralismo estadounidense”.
Más allá de los aranceles, China ha anunciado acciones adicionales: la presentación de una nueva queja ante la Organización Mundial del Comercio, restricciones a la importación de ciertos productos agrícolas estadounidenses y la inclusión de empresas norteamericanas en su lista de entidades no confiables, así como el fortalecimiento de controles a la exportación de minerales estratégicos. Estas medidas reflejan un enfoque integral de Pekín para contrarrestar lo que considera “acoso económico” y afianzar su posición en un sistema comercial cada vez más fragmentado.
La guerra de aranceles entre China y Estados Unidos, que comenzó a intensificarse a principios de 2025, ha provocado caídas en los mercados globales y avivado temores de una recesión mundial. Analistas advierten que, si ambas potencias mantienen tarifas por encima del 100 %, las cadenas de suministro podrían reconfigurarse de forma permanente, impulsando la relocalización de fábricas y el surgimiento de bloques económicos alternativos. No obstante, los consumidores de ambos países se enfrentan ya a precios más altos en bienes clave, desde productos agrícolas hasta componentes tecnológicos.
En este contexto, la escalada arancelaria se lee tanto como un gesto de resistencia política de China como una llamada de atención para reabrir negociaciones en términos de “igualdad y respeto mutuo”.
Sin embargo, con la retórica endurecida y las disputas acumuladas, expertos en comercio internacional coinciden en que el camino hacia un acuerdo duradero será largo y complejo, con repercusiones más allá de la economía: la disputa se inserta en un pulso geopolítico de mayor calado entre las dos mayores potencias mundiales.