En una nueva escalada bélica, Rusia lanzó la madrugada y mañana del jueves más de 400 drones y 18 misiles, incluidos ocho de tipo balístico, contra Kyiv, según informó el presidente Volodymyr Zelensky en su canal de Telegram. El ataque, que se extendió durante más de diez horas, dejó al menos dos muertos —entre ellos una agente de policía de 22 años— y decenas de heridos, además de causar severos daños en viviendas, oficinas y un centro de salud en la capital.

Los habitantes de Kyiv soportaron otra noche en refugios improvisados, mientras estallidos y el zumbido de las aeronaves no tripuladas iluminaban el cielo y llenaban el aire de humo y olor a quemado. Nadiya, una residente de 63 años, relató cómo su hermana huyó en ropa interior cuando una losa cayó sobre el apartamento familiar, aplastando a su esposo. “No sabemos adónde ir ni quién pueda ayudarnos; no quedó nada”, lamentó.

Este asalto marca un aparente cambio de táctica por parte de Moscú: atacar desde múltiples ejes con enjambres de drones para saturar las defensas antiaéreas. El día anterior, Rusia había lanzado su mayor ofensiva de este tipo en lo que va de la guerra, con 728 drones y 13 misiles, dejando también víctimas mortales. Zelensky condenó estas maniobras como “terrorismo puro” y urgió a sus aliados a acelerar el envío de aviones no tripulados interceptores y sistemas de defensa antiaérea.

Mientras tanto, en Malasia, el canciller ruso se reunió con el secretario de Estado de EE.UU. en el marco de la cumbre de la ASEAN, un gesto inédito pese al endurecimiento de las hostilidades. La frustración del presidente Donald Trump con las negociaciones con Vladimir Putin fue evidente esta semana, cuando calificó de “tonterías” las promesas del Kremlin. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, restó importancia a las críticas y afirmó que Rusia mantendrá el diálogo con Washington.

La ofensiva aérea rusa también se produce tras un fallo histórico del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que este miércoles determinó que Rusia ha incurrido en un patrón sistemático de violaciones internacionales en Ucrania desde 2014, incluyendo la responsabilidad en el derribo del vuelo MH17. Este dictamen refuerza la presión legal y moral contra Moscú, aunque no ha logrado frenar los ataques casi diarios que ya se han convertido en la “nueva normalidad” para millones de civiles.