Genaro García  Luna, quien fuera secretario de Seguridad Pública durante la administración de Felipe Calderón, fue trasladado a la prisión federal ADX Florence, en Colorado, donde comparte recinto con Joaquín “El Chapo” Guzmán. Conocida como la “supermax” o “Alcatraz de las Rocosas”, esta instalación alberga a los reclusos más peligrosos de Estados Unidos bajo un régimen de aislamiento extremo.

Antes de llegar a ADX Florence, García Luna pasó por la penitenciaría de alta seguridad USP Lee, en Virginia, tras denunciar para ello peligro en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn. Ahora, enfrentará sus 38 años y cuatro meses de sentencia —impuesta en octubre de 2024 por conspiración para el tráfico de drogas, delincuencia organizada y falsedad de declaraciones— en una celda de apenas 2×3 metros, con 23 horas de encierro diario y contacto humano mínimo.

La “supermax” fue diseñada para anular cualquier intento de fuga: muros de concreto reforzado, ventanas angostas sin visión del penal, más de mil puertas de acero controladas a distancia y vigilancia las 24 horas. Desde su apertura en 1994, ningún interno ha logrado evadir su seguridad. Actualmente, ADX Florence opera bajo su capacidad máxima: de sus 490 celdas, 332 estaban ocupadas a finales de 2023.

El traslado de García Luna pone punto y aparte a la carrera del hombre que cayó de la cima del poder mexicano al primer funcionario de alto rango en ser condenado por nexos con el Cártel de Sinaloa. Su juicio en Brooklyn reveló pagos millonarios a cambio de impunidad y protección para el tráfico de estupefacientes.

Recientemente, el Departamento del Tesoro de EE. UU. relacionó al exsecretario con un posible lavado de más de 40 millones de dólares entre 2013 y 2019, a través de transferencias en Vector Casa de Bolsa, según el informe de la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN). Aunque esa casa de bolsa rechazó las acusaciones, la Unidad de Inteligencia Financiera mexicana mantiene investigaciones abiertas.

El destino de García Luna en ADX Florence simboliza la caída de un alto funcionario convertido en reo de máxima seguridad, escoltado por barreras impenetrables y custodiado hasta por el silencio.