En una conversación telefónica el pasado 16 de abril, el presidente Donald Trump volvió a plantear la idea de que México autorice el despliegue de tropas estadounidenses en su territorio para combatir a los cárteles de la droga, propuesta que la presidenta Claudia Sheinbaum rechazó de inmediato. Trump justificó su petición al calificar a los cárteles como “personas horribles que han estado matando gente a diestra y siniestra … han hecho una fortuna vendiendo drogas y destruyendo a nuestra gente”.

“Si México quisiera ayuda con los cárteles, sería un honor para nosotros entrar y hacerlo. Se lo dije. Sería un honor para mí ir y hacerlo. Los cárteles intentan destruir nuestro país. Son malvados”, declaró Trump ante la prensa a bordo del Air Force One, reafirmando su convencimiento de que la presencia militar estadounidense aumentaría la seguridad en la región.

Trump también criticó la postura de la mandataria mexicana: “La presidenta de México es una mujer encantadora, pero tiene tanto miedo de los cárteles que ni siquiera puede pensar con claridad”. Aun cuando reconoció que ha llevado una relación de trabajo más fluida con Sheinbaum que con los líderes de Canadá, admitió que las relaciones bilaterales con ambos países han estado marcadas por tensiones en materia de comercio e inmigración.

Frente al planteamiento, Sheinbaum subrayó la defensa de la soberanía nacional: “Ustedes en su territorio, nosotros en el nuestro”. Ambos mandatarios coincidieron en la necesidad de cooperar en temas de seguridad, pero sin ceder el control operacional sobre las fuerzas que luchan contra el narcotráfico.

La propuesta de Trump reaviva el debate sobre los límites de la cooperación internacional y sobre si México debería considerar apoyos exteriores más allá de los ya existentes en la lucha contra los cárteles. Mientras tanto, la negativa de Sheinbaum enfatiza la prioridad mexicana de mantener la autonomía en su estrategia de seguridad y su rechazo a cualquier intervención militar directa en suelo nacional.